Quilmes Rock 2011, día 4

 No tan distinto. Cuando Andrés Ciro sale a escena y enfrenta a un público plagado de banderas de su banda consagratoria, el ritual se enciende intacto. Enfundado en campera de cuero y agarrado a su Telecaster, Ciro es ahora el líder de su propia logia, un supergrupo potente y rockero, algo mucho más lineal y clásico que Los Piojos, ese lugar de fronteras siempre difusas. Por eso, esto de arrancar con "El viejo" de Pappo es una declaración de principios y no una joda del destino.




Aliado a Los Persas, una backingband de secuaces que transan en su plan de volver a las fuentes y tocar algo de rock, Ciro intenta conciliar su presente con el pasado de estas más de veinticinco mil personas. Y durante toda la noche no va a dejar de sonar intenso. Ni siquiera cuando se vaya a los márgenes para atreverse con una versión salsera de "Ando ganas" o muestre lo lejos que está del pasado con "Chucu-chu", una canción bien luminosa y pop. Y mucho menos cuando decida aliarse con Daniel Buira, un ex Piojos, para tocar "San Jauretche" junto a los tambores de La Chilinga y sellar viejas cuentas del pasado.



Y en esta disposición netamente guitarrera, donde la versatilidad de Juan Ávalos y el estilo de Juanjo Gaspari son la piedra fundamental de los Persas, tendrá espacio el estrafalario de Jimmy Rip (guitarrista de Jagger) para tocar "Genius", subirá la furia arrabalera de Omar Mollo para cantar "Yira yira" y sonarán clásicos como "Luz de marfil" y "Pacífico", temas que con el paso del tiempo parecen cada vez más épicos.



Entre todo eso, y después que Ávalos de cátedra -mostró lo autosuficiente que puede ser tan solo con una pedalera y una guitarra- la banda cambia de piel. Vestidos de smocking, hacen una arrolladora versión de salón de "Blues de la ventana", y refuerzan la personalidad de canciones como "Servidor" e "Insisto". ¿El resto? Un homenaje a Luca ("Malambo para Luca") y algunos de los números fijos como "El balneario de los doctores crotos", "Cruel" y "Tan solo". Suficiente para todos esas banderas que no pueden parar de hablar del pasado.



Antes de eso, fue el regreso de Bersuit. Y nada fue tan distinto. Aún sin la picardía de ese pelado irreverente, este pelotón de desfachatados arremetió en pijamas y con brazalete a lo say no more -con la "BV" que fue usada para promocionar su regreso- y se las arregló para sostener tanta presión.



Con una conformación netamente democrática, la revancha de Bersuit parecía inofensiva. Sin demasiadas palabras pese a los cruces mediáticos entre Gustavo Cordera y sus ex compañeros, y al mando del carisma buenazo de tipos como el Cóndor Sbarbatti, Daniel Suárez y Juan Subirá, pasaron clásicos de fiesta: "Desconexión sideral", "La soledad", "Tomo" y "Espíritu en esta selva".



"Siempre soñamos con subirnos a un escenario y no vamos a parar ahora, es nuestro estilo de vida", fue lo primero que atinó a decir Suárez, algo dubitativo. Pero la temperatura subió y las cosas no quedaron ahí. Se trepó a escena El Cabra de Las Manos de Filipi para cantar "Señor cobranza" (y que bien suena de su boca) y el tic pirotécnico de Bersuit saltó al toque. Llegó "La argentinidad al palo" y ahí sí Suárez quiso hablar en serio. Por eso en medio del tema, cuando la canción entra en un random de voces y titulares de diario, soltó irónico: "¡Que Bersuit volvió! ¡Que a mí nadie me invitó! ¡Que a mí nadie me invitó! Yo soy argentino, vos no sé". Y la gente sólo pudo esbozar algo parecido a una ovación incómoda.



"Es un gran primer paso para nosotros", dijeron ya sobre el abrazo y después de tocar "La bolsa" y sellar el regreso con una apretada ovación de un público que poco quiso subirse al bardo interno y tomar partido por alguno de los pedazos de la familia bersuitera.


Pero antes de eso también estuvo Kapanga, y atención que en las fiestas del Mono siempre aparecen las mejores cosas. Sobre todo si ese atorrante en medio del show, entre canciones como "Ramón", "Yo quiero estar con vos" y "Fumar", se atreve a cortar de cuajo su concierto para advertir a ese raterito que por robar una billetera en el campo se ganó una paliza-tour (sí, todo no tan distinto). "Roben un millón de dólares si tienen huevos, forros. Róbenles a les que robaron su futuro". Y el Mono, en pleno acto de justicia popular, se llevó todos los aplausos.



Por Juan Barberis para la rollingstone.com.ar