Black Eyed Peas en Argentina







La banda multigénero se presentó en GEBA ante unas 25 mil personas, y desplegó su arsenal de canciones pensadas para gustar
Algo pareciera indicar que esto no se trata de un recital. Las chicas en tacos altos -altísimos- los peinados también altos -que no son crestas- y el vestuario multicolor -que excede a la habitual paleta de tonalidades de negro- revelan un público diferente al que suele verse en cualquier lugar donde haya un escenario y toque una banda. Pero sí hay un escenario y sí toca una banda, indicios indiscutibles de que esto es un recital. En su tercera visita a la Argentina, los Black Eyed Peas trajeron su pop mundial de estribillos aptos para todo público, y todo su arsenal de efectos pensados y elaborados para gustar, bailar y entretener. Un show multimedia ahí, donde también toca una banda.

La simpleza parece ser el secreto. Pero lejos está eso de ser un defecto: como ya explicó Will.i.am -el cráneo y buscador incansable de la canción perfecta- esa simpleza es el resultado de una gran elaboración sonora, que hace que su música funcione en todo el mundo. Los BEP se aseguran que cada espectador conozca -al menos- un par de las canciones que suenan durante la noche, sean propias o no. Y si bien para los fans -que pagaron hasta $1200 por una entrada- todas las canciones son un hit, para el resto de los comunes también hay: un poco de Cipress Hill, otro poco de Blur, un tanto de Nirvana, una pizca de Red Hot Chili Peppers y Guns N' Roses y varias unidades de Daft Punk bastarán para que todos, absolutamente todos, muevan el piecito y canten aunque sea una vez durante las dos horas de show. Will.i.am conoce la receta, y a la hora de hacer su set solista, es efectista a más no poder.

Cuando BEP juega a ser un grupo, canciones como "Let's Get It Started", "Rock That Body", "My Humps" o "Don't Phunk With my Heart" funcionan dentro de lo esperado, y enloquecen a la gente. Como vienen haciendo en cada show, cada uno de los integrantes tiene su momento de protagonismo, aunque como se sabe, los que mandan son dos: el ya mencionado Will.i.am y Fergie, la cara -y cuerpo y todo- bonita de la banda. El filipino Apl.de.ap y el mexicano Taboo (¿no tienen nombres normales esta gente?) cumplen con su papel, aunque lo que más impresione de sus sets sean las pantallas de altísima definición que están por arriba, abajo, derecha, izquierda, delante y detrás del escenario, los láser que cubren todo el campo y el excelente juego de luces que despliegan. Nada nuevo, pero todo bien hecho, suficiente para que GEBA se convierta en una discoteca gigante.

Del resto de los bloques en solitario, el de Fergie es el más festejado. La bomba latina que sacude sus cuerdas vocales con la misma destreza con que mueve sus cachas, pone el toque melódico cancionero entre tanto sampleo e intento de hip-hop.

"Don't Lie", "Shut Up", "Where Is The Love?" y "I Got a Feeling" cumplen, al final, con el último ítem de su plan maestro: si alguien osó aburrirse en algún momento del show, con ese bombardeo de hits, ya se lo olvidó. Y así Black Eyed Peas -la banda que es africana, asiática, latina y yanqui; pop, rock, hip-hop y quién sabe qué más- consuma el objetivo único de su filosofía: hacer lo que sea que se les ocurra y gustar. Puede que no sean originales las herramientas con que lo hagan, pero eso ya es parte de otra discusión.

Por Leonardo Ferri para la rolling stone