Quilmes Rock 2011, día 2

Jamiroquai cerró la segunda jornada del festival en la que también tocaron Dante, Banda de Turistas y más

Todos lo sabían, y hasta se diría que muchos guardaron sus energías para el cierre: la segunda jornada del Quilmes estuvo conceptualmente armada como una jornada bailable; y. ¿qué más bailable que Jamiroquai? Respuesta: Jamiroquai en vivo y en directo.
La autoridad y la categoría de Dante (que se centro en los temas de Pyramide, su tercer álbum solista y que ya había teloneado al grupo en el 96 con Illya Kuryaki) para abordar el Hip Hop en clave soul y el desparpajo de El Chavez (una agradable sorpresa para muchos y la confirmación de su talento para otros) fueron preparando un clima festivo y relajado que culmino con lo que todos esperaban: la zapada del Cacique, el regreso Jay Kay, el cowboy del espacio. Comandando una banda impecable, con fuerza, sutileza y el groove adecuado, el autor de "Virtual Insanity" (que curiosamente quedó afuera de la lista de temas), apareció ataviado con su ya clásico poncho y sus plumas (algo que en otro podría resultar kitsch, pero en el queda elegante y hasta sobrio). Y en menos de 10 minutos, con "Rock Dust Light Star" (de su último disco, el séptimo de la banda), "Main Vein" y el sensual "Cosmic Girl" (deTravelling Without Moving, clásico de los 90's), la noche empezó a tomar color (el poncho resultó ser fosforescente), temperatura y movimiento.
Pocas bandas han demostrado tener tanta identidad como Jamiroquai, grupo siempre volcado, desde sus inicios a la música soul y funk, con algunos toques de acid jazz en sus principios y con algunos condimentos electrónicos o de música disco que forman el cóctel infaliblemente bailable de un grupo que, a 10 años de la edición de Funk Odyssey, sigue aún hoy en día embarcado en una maravillosa odisea de funkadelica. Y es que eso es lo que se puede decir de temas como "You Give me Something", "Little L", "Love Foolosophy" (del ya mencionado Funk Odyssey) y también "Alright" (de Travelling Without Moving), "Space Cowboy", "Canned Heat" (de Synkronized) o el excelente "Lifeline", de un último disco que no dudaron en grabar en vivo, al viejo estilo.
Y así, hit tras hits, golpe a golpe y verso a verso, con Jay cantándole al planeta tierra y a sus chicas cósmicas, una audiencia llena de chicas rubias, con algunos fans con gorros collas soltando algunos pasos de baile y con gente de todas las edades, fueron disfrutando de la dinámica propuesta por una banda que, desde 1993 (época en que salió Emergency on Planet Earth, su primer álbum), han editado sólo 7 discos, pero que les alanza (y hasta se diría que les sobra) para armar una lista con 15 temazos.
Eximio bailarín y coleccionista de autos, Jay Kay se mostró a la vez saltimbanqui y relajado, concentrado más en su música que en hacer demagogia y astuto para tomar aire con un par de canciones más suaves como "Travelling" y "All Good In The Hood" (también del último disco) y llegar entero para el clímax final con "Alright", "Deeper Underground" y el cierre con "White Knuckle Ride", tema de su último disco que dejo a la concurrencia cansada pero revitalizada: quizá el bueno de Jay no haya logrado que todos tomen conciencia de la emergencia ecológica que planteaba en sus primero discos. Pero por lo menos, si el mundo se acaba, ¿quién nos quita lo bailado junto a estos maestros del ritmo?
Por Santiago Rial Ungaro para la rollingstone.com.ar






Quilmes Rock 2011, día 1: manso y tranquilo

Jack Johnson y Laura Marling le aportaron suavidad a una jornada de melodías folkies no aptas para duros de corazón; antes, se presentaron Sr. Flavio, Diego Frenkel, Los Tipitos y más
Poca gente la tiene más atada que Jack Johnson en este mundo: vive en Hawai, graba en su estudio ecológico con vista al mar, cuando se aburre se hace una escapada surfera (en vez de salir a fumar un puchito a la vereda como cualquier mortal) y, cuando se va de gira, su trabajo es hacer que cualquier punto del planeta en el que se encuentre se transforme en la playa a las seis de la tarde. Teniendo en cuenta esto, mal podría esperarse de él otra cosa más que una indeleble sonrisa Kolynos y un concierto manso y tranquilo, plantado en un medio tiempo ideal para tararear, pasar el peso del cuerpo de un pie al otro varias veces y disfrutar de la caricia del fresquito en el rostro.

Lo que muestra en la apertura con "You and Your Heart" es presagio exacto de lo que sigue: marcha plácida, melodías recordables a la primera oída, cambios de acordes infalibles. Poco después despacha el pulso reggae de "Hope", se queda en remera, empuña la acústica, pone una ola rompiente en loop en la pantalla y arremete con "Taylor" y el primer hit de la velada: "Sitting Waiting Wishing", y todo es alegría dócil, a punto al que incluso en canciones de tonos menores y extrema suavidad como "Go On" la sensación general es la de estar haciendo la plancha en una enorme pileta llena de una pasta dulce y esponjosa.

Asistido magistralmente por su tecladista Zach Gill, Johnson se permite algún exabrupto de entusiasmo en "Flake" pero pronto vuelve a las tonadas afables con gustito a ska ultrapancho como "From the Clouds". Y así acumula éxitos ("Upside Down", "Banana Pancakes", "Good People"), suma sonoridades cálidas y exóticas (ukulele y melódica en "Breakdown", acordeón en "Same Girl"), homenajea a lo más amable de los Ramones (cachito de "I Wanna Be Your Boyfriend" sobre el final) y a Sublime ("Badfish") y, a la hora de los bises, se carga al equipo al hombro y, solito y solo, mete tándem intimísimo de "Do You Remember", "Angel", "Times Like These" y "Gone". A todo esto, aún queda tiempo para "Better Together" a banda entera y, ahora sí, a casita a comernos una naranja y tirar la cáscara en el tacho de la basura orgánica.

Puede que falten matices: la cadencia dulzona que al principio embelesa, a la hora y pico de reiteración, adormece. Sin embargo, ¿quién se niega a un buen fogón playero? "Relajate y goza", propone Jack Johnson. Vos fijate.







Para quienes habían visto a Laura Marling la noche anterior en el Samsung Studio, su show en la primera noche del Quilmes Rock 2011 fue una suerte de déjà vu imperfecto. La nueva niña prodigio del Indie-folk británico llegó por primera vez al país para exponer las razones de su reconocimiento internacional (la excelente recepción de su segundo disco, de 2010, y dos puntos destacables: giró un par de días con Neil Young y grabó un par de covers producida por Jack White) y salió victoriosa, dos veces. De cómo una chica de sólo 21 años, que encima editó su primer trabajo a los 18, con su apariencia frágil, su modestia y su timidez, es capaz de provocar las sensaciones más extremas sólo haciendo uso de su voz. Una voz ronca y suave al mismo tiempo -las comparaciones con las otras chicas de la canción siempre fueron inevitables-, poderosa y sólida como los versos de su poesía, esas historias mínimas, tan intrincadas como cotidianas, esas declaraciones de principios y de posición frente a la vida, la muerte y el amor (esa palabra.). Historias que retrotraen, que movilizan hacia un tiempo y un lugar distintos, historias de folk.

El déjà vu fue imperfecto, claro, por las razones evidentes que hacen a la diferencia entre un show indoors y un show al aire libre, y en el marco de un festival. Pero también había algo en Laura, en la forma en que se paró con su acústica al frente de su pequeña orquesta (piano, guitarra, banjo, chelo, mandolina, contrabajo, percusión, coros y más) y la forma en que se refirió a la audiencia. Definitivamente, en la intimidad encuentra su mayor comodidad. Porque el setlist no difirió mucho del otro: nueve temas contra doce y todos tocados la noche anterior excepto "Hope in the Air", otra melancólica muestra de la prueba más acabada de su talento, el precioso I Speak Because I Can, editado durante el año pasado. Hasta incluyó la presentación de "Don´t Ask Me Why" y "Salinas", dos prometedores adelantos de lo que será su próximo trabajo. Además, su vestido negro sobre pantalones negros y su pelo platinado, casi albino, atado con un descuido que pareció premeditado, como para que el viento de GEBA le diera más veracidad a la épica que la rodea, parecieron contraponerse a la chica de camisa de jean despreocupada por la imagen del día anterior. Parecieron, al menos.

Hubo pocas palabras. La banda nunca la dejó sola y con razón. Hubo, sí, más de esa actitud que permite entrever la fortaleza de su carácter con sólo percibir su imagen. Una leve inclinación de cabeza para entonar; los ojos entrecerrados. Un comienzo ideal con la inigualable "Devil´s Spoke" seguida de "Ghosts", un final perfecto con la tríada "Alas I Cannot Swim" (que le da nombre a su primer álbum)-"Rambling Man"-"I Speak Because I Can". Esa sensación que se comenzaba a intuir desde el primer "Hola, my name is Laura" en el Samsung, ahora hecha certeza: Laura habla porque puede, pero sobre todo habla (escribe, canta, enamora) porque le sale tan pero tan bien.


Por Diego Mancusi y Yamila Trautman para la rollingstone.com.ar