Bon Jovi en River



Recostada sobre sus hits de antaño en detrimento de su más reciente material, la banda de New Jersey cautivó a una multitud que regresó al Monumental de Núñez.
1995: Bon Jovi arriba al estadio de River Plate en el pináculo de su carrera para presentar en sociedad su exitoso álbum These Days y cautivar a los miles y miles de fans que posee en la Argentina.
15 años después, y embarcados en el llamado The Circle Tour, los cowboys de New Jersey regresan a un Monumental de Núñez que, aún diezmado en su capacidad como consecuencia de la colocación de butacas sobre el césped, igual asoma como el escenario perfecto para demostrar que “la pólvora todavía no se ha mojado”.
Lo inevitable del paso del tiempo afecta a todo el mundo, incluso a las bandas de rock. Y Bon Jovi no está ajena a esa realidad. Sin embargo, y a pesar de que, al menos en nuestro país, sus últimas producciones discográficas y composiciones no generaron la misma repercusión mediática de la que sí gozaron en su etapa de gloria y esplendor – segunda mitad de los ochentas y primera de los noventas-, el grupo luce entero y atractivo gracias a la experiencia que brindan los años, el oficio sobre el escenario y, fundamentalmente, a un conglomerado de éxitos sin fecha de vencimiento.
¿Cómo no rendirse ante canciones como “You give love a bad name”, “In these arms” y “Born to be my baby”? Las cerca de 40.000 personas que se dieron cita en River no paran de vibrar y se emocionan al comprobar que el sexteto (si contamos al bajista Hugh McDonald y un segundo guitarrista de apoyo) suena ajustado, impecable y con la nitidez de un cd. Allí está el corpulento Tico Torres desde la batería para llevar hacia delante esa catarata de himnos del soft rock junto al colchón de teclados del siempre efectivo y enrulado David Bryan. Por delante de ellos emerge la estampa rocker de Richie Sambora, un guitarrista que no abusa de los solos y que tuvo su momento de lucimiento personal al entonar “Lay your hands on me”, y el círculo se completa con el carismático Jon Bon Jovi.
Si bien las mujeres siguen cayendo rendidas ante cada gesto, cada mohín y ante esa sonrisa blanca y perfecta digna de comercial de pasta dental que les regala el ya maduro frontman, Jon no es simplemente una “cara bonita”. El muchacho conduce las riendas del concierto con soltura, con algún que otro pasito de baile y, en especial, con un registro vocal que permanece intacto, alcanzando incluso notas bien altas como en las festejadas “Always” y “I’ll be there for you”.
Navegando entre temas de tiempos miedos, sentidas baladas y algunos covers famosos (“Pretty woman”, de Roy Orbison, y “Rockin’ all over the world”, de Creedence), el clima se torna más sexy y rockero cuando 4 insinuantes siluetas femeninas comienzan a menearse desde la gigante pantalla de leds que actúa como telón de fondo para anunciar que se viene lo mejor. Sin solución de continuidad, el grupo se despacha con potentes versiones de “Bad medicine”, “It’s my life”, “Blaze of glory”, “Sleep when I’m dead”, “Raise your hands”, “Runaway” y “Keep the faith” que dejan sin aliento a una multitud plenamente satisfecha porque recibe más de lo que fue a buscar.
Con una sobriedad que abarca tanto a la puesta en escena como al atildado look de cabellos más cortos y prolijos sacos, que denota que estamos ante la presencia de señores ya grandes, no obstante la banda confirma que la “llama del rock’n roll” se mantiene encendida cuando regala un final sin desperdicio de la mano de “Wanted dead or alive” y el explosivo “Livin’ on a prayer”. Así se cerró una noche estupenda en la que quedó demostrado que, montado sobre una batería de hits inoxidables con estatura de clásicos, a Bon Jovi le alcanza para disfrutar de la era de la madurez con absoluta dignidad.



Gabriel Hernando Fotos: Beto Landoni para 10musica