EMILIA ATTIAS para DMAG

El tiempo no para. Ella tampoco. Entre el bar-restaurant que está por abrir con su marido, una
película con el papel más fuerte de su carrera y sus incursiones cada vez más frecuentes en la moda y la música, la intensidad es -ante todo- la que marca su ritmo de vida. Casi como en un anagrama de su nombre, Emilia está a mil. Se cambia el kimono y la bikini de femme fatale exótica y selvática por un outfit cómodo de pantalón estampado, remera, campera de cuero y zapatillas negras, se sienta en el sillón escandinavo con un té y contesta los mensajes que recibió durante la sesión de fotos. No hay tiempo para tipear así que elige la eficiencia del mensaje de voz. Sostiene el teléfono cerca de la boca para, rápidamente, dar indicaciones precisas, elegir prendas (“No, no es el oxford, es el boyfriend”) y explicar por qué no puede tomar ningún compromiso el día que le piden (“Está todo planificado hace mil quinientos años. La grilla de filmación me la dieron hace un mes y medio y no puedo modificar nada”). Cumplidas las obligaciones, sonríe y se pone a hablar, con un entusiasmo contagioso, sobre el emprendimiento gastronómico y cultural que comparte con “el Turco” Naim Sibara, su pareja desde hace 10 años.
Por: ViCTORIA FERREIRA Fotos: Pato Battellini Producción y Arte: Nikinoto.com Estilismo: Manu Morales