El caso Taringa

La Justicia le fijó una multa de $ 200 mil por permitir la descarga de material protegido por derechos de autor desde el sitio. Su abogado evalúa si apela o va directamente a juicio oral.
Está entre los 200 sitios de Internet más visitados del planeta, recibe más de 20 mil publicaciones diarias y siete millones de usuarios sólo en Latinoamérica. Se trata de Taringa, una plataforma on line que permite a los usuarios compartir el acceso a enlaces web (música, películas, libros, programas, etc.). La controversia en torno a este sitio, propiedad de los hermanos Hernán y Matías Botbol, tiene como base las acusaciones de infringir la ley de propiedad intelectual, ya que desde el sitio se puede acceder a contenidos sin autorización del autor. Esta semana se conoció un fallo de la Sala VI de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional que determinó una multa de $200 mil a la compañía por permitir la reproducción ilegal de obras.

Caso. Según Andrés San Juan, experto en derecho informático y representante legal de Taringa, muchas de las editoriales que hicieron la demanda nunca le enviaron ni un mail a la empresa pidiendo la eliminación de algún contenido. Entre los demandantes San Juan nombró a la Cámara Argentina del Libro y a la Editorial La Ley. “Con el sector discográfico ya estábamos avanzando en acuerdos y así se haría con el resto de los sectores”, dijo el abogado.

PERFIL consultó a Capif, la cámara que nuclea a las discográficas nacionales. “La resolución judicial es acertada y refleja la aplicación del derecho argentino en la materia de derechos de autor. Sería ideal que Taringa encuentre un nuevo modelo para los servicios que presta que, respetando los derechos de propiedad intelectual, ofrezca una alternativa legal y atractiva para los seguidores de su comunidad”, opinó Javier Delupí, Director Ejecutivo de Capif.

“Hay una catarata de información falsa y mal difundida. En su momento se aclararán las cosas”, dijo Hernán Botbol en su cuenta de Twitter @hernanbotbol, y se dedicó a replicar voces en su defensa.

Vacío legal. La legislación para el tratamiento de los contenidos en la Web brilla por su ausencia en la Argentina y en gran parte del planeta.

En EE.UU., la Ley de Derechos de Reproducción Digitales (DMCA) indica un límite en la responsabilidad del administrador web: si el sitio no responde al pedido de eliminación de un contenido, recién ahí es responsable. Aquí se estudia un proyecto del diputado Federico Pinedo que busca responsabilizar a los administradores de los sitios por el contenido que por ellos circule. Usuarios, bloggers y activistas rechazan estas iniciativas y piden políticas que ayuden a legislar teniendo en cuenta el cambio de paradigma en el consumo de la industria cultural. Por su parte, Taringa decidirá en los próximos días si apela el fallo o si espera el juicio oral.

Sea cual sea la resolución, el “caso Taringa” formará parte de los precedentes para una legislación del derecho informático argentino o, quizás, mundial.

Un nuevo paradigma
Ya pasaron más de diez años del primer caso resonante de demanda por violación de los derechos de autor y de propiedad intelectual en Internet, protagonizado por la banda de rock Metallica contra el sitio Napster, pionero en el intercambio de música en formato mp3. Luego de una batalla legal con voces a favor y en contra, en septiembre de 2001 Napster tuvo que pagar a las empresas discográficas US$ 36 millones por daños y futuras licencias y dejó de funcionar.

La pelea está más viva que nunca y divide a los artistas en las veredas más opuestas. Bandas como Coldplay sacan sus discos de manera digital para que puedan ser bajados por cualquier usuario gratis o, en el plano editorial, la revista Orsai se ofrece gratis en la Red para cualquiera que no pueda o quiera comprarla en papel. En el otro bando, artistas como Alejandro Sanz, León Greco o Miguel Bosé hablan de “no permitir que se proteja a los piratas de las canciones robadas”. Y hasta Joaquín Sabina, que defendía el intercambio, cambió de opinión porque la “situación está empezando a ser grave para mí y mis colegas que no venden discos”.
fuente diario perfil.com