La Vela Puerca Brilló en el estadio Malvinas Argentinas




Las imágenes proyectadas en la tela gigante captaban la atención de la mayoría de los presentes. Un piso colmado de cabezas solo apuntaban al frente y rara vez a sus costados. El DVD “Normalmente anormal” sirvió para calmar ansiedades y también para que - por lo menos la noche del 17 de julio en el estadio Malvinas Argentinas - palabras como amigos, familia y comunidad no perdieran su significado.
Cerca de las 22 la tela cayó y dio entrada a La Vela Puerca con “Escobas”. Brazos de todas longitudes y colores empezaron su costumbre de saludar canciones, siendo “Mañana” y “El ojo moro” las primeras en recibir la bienvenida.
De la garganta de Sebastián Teysera emanó “De atar” e indicó que hay algo que ya no se puede contener, esa vibra proveniente del escenario y que circuló durante toda la velada. Sebastián Cebreiro dijo presente en “Clones”. La intensidad se vio reflejada “Colabore” y el arrebato en “La sin razón”, manifiesto puro del poderío instrumental del bajo de Nicolás Lieutier, las guitarras de Rafa Di Bello y Santiago Butler, y los parches de Pepe Canedo.
Necesidad de cambio de clima, de bajar el nivel de las revoluciones, de recuperar el aliento y que mejor elección que la acústica “Respira” y la melancólica “En Vela”. Al término, los bronces de Alejandro Piccone (trompeta) y Carlos Quijano (saxo) clamaron en lo alto la dura realidad de “Caridad”.
“Vuelan palos” sirvió de invitación de la banda a su público para fundirse en la letra y los acordes de “Va a escampar” y “El huracán”. En un formato íntegramente acústico con las guitarras de Sebastián Baró & Manuel Eguía y la voz de Alejandro Balbis, “Mi semilla” llevó a la multitud a mirar a sus pares y decirles “que me acuerdo de cómo reír, y si estás a mi lado te juro no te voy a mentir”.

Saltos y euforia vinieron con “TV caliente” (cover de Sumo). “Llenos de magia” extendió brazos y elevó ojos al cielo. Quedó demostrado que La Vuela Puerca ha aprendido, según sus propias palabras, que ser músico es vivir en una constante espera y evitaron que se padeciera. Casi no hubo tiempo para la búsqueda de rostros conocidos en la platea o el campo, al término de unos pocos minutos Teysera inició la vuelta al ruedo con “El viejo”.

El cierre se aproximó de la mano “De tal palo tal astilla” y su ritual de redoblante y agua, “Zafar” y “El viejo” sumergidas en un coro de almas extasiadas de esa cómplice comunión con la banda y por último, “El profeta”, cuya estela reafirmó que la distancias y banderas en la música no existen.
Fuente: Rock.com.ar