Divididos en Tilcara: regreso con gloria






El trío presentó Amapola del 66 con un épico concierto en Jujuy.
Fue como una gran novela. Tuvo todos los ingredientes que hacen a la mejor literatura. Un comienzo con misterio y suspenso, un desarrollo intenso y pleno de sorpresas, y un final con peligro y emoción. El concierto con el que Divididos presentó su flamante album, Amapola del 66, en Tilcara, Jujuy, tuvo todos esos ingredientes y muchos más. Fue un concierto épico, inolvidable, magnífico. Un hecho artístico trascendente, lleno de mística, coraje, emoción y buena música.
Conviene empezar haciendo un poco de historia. Divididos tocó por primera vez en Tilcara en 2000, cuando estaba presentando su por entonces reciente álbum, Narigón del siglo. Ricardo Mollo quedó profundamente impactado por el lugar, y conoció a músicos locales, a quienes invitó a tocar en el concierto, como Fortunato Ramos y Ricardo Vilca. Este último, una leyenda regional que siempre se negó a dejar su tierra para triunfar en "la gran ciudad", es el autor de "Guanuqueando", que el grupo incluyó en el álbum siguiente, Vengo del placard de otro (2002). Desde entonces, Mollo adoptó Tilcara como una especie de refugio espiritual, retornando numerosas veces a este pueblo de alrededor de 10.000 habitantes, situado en la Quebrada de Humahuaca, a 2500 metros de altura, a unos 1.800 km de Buenos Aires.
Pasaron 10 años desde aquella primera presentación, y Divididos decide retornar a Tilcara para presentar oficialmente su nuevo y esperado álbum, Amapola del 66, primer disco de estudio desde el ya lejano Vengo. La escenografía natural no podría ser más impresionante. Un escenario situado en un predio ubicado a unos 2 km. del pueblo, una especie de valle entre dos cadenas montañosas pintadas con los colores que sólo quienes conocen la naturaleza del lugar pueden imaginar. La gente empezó a llegar desde un par de días antes, provenientes de los más diversos rincones del país, pero el sábado, día del concierto, con el arribo de quienes venían de lugares relativamente cercanos, como Jujuy, Salta, Tucumán, el pueblo realmente parecía tomado por una multitud de jóvenes y no tanto, que se autoconvocaron para lo que fue algo así como un auténtico Woodstock de la puna. Banderas de los pueblos originarios junto a las argentinas, otras que identificaban sus lugares de procedencia (desde Laferrere a Comodoro Rivadavia), mucho pullover de pelo de llama, y un auténtico sentimiento solidario entre la gente, junto con las ganas de pasarla bien, y el presentimiento de que ésta iba a ser una ocasión realmente especial.
A la hora prevista, cerca de las cinco de la tarde, comenzaron tocando como teloneros cuatro artistas locales, la banda jujeña La Gallega, la solista Micaela Chauque y dos grupos tilcareños, Chakra y Los Amigos de Vilca, este último integrado por los músicos que solían acompañar al malogrado Ricardo.
Pero a las 18.30 hs., la hora prevista para la aparición de Divididos, la primera sorpresa: un chaparrón se descarga sobre los aproximadamente 15.000 espectadores - en un lugar donde llueve muy esporádicamente- y obliga a los asistentes a correr para tapar con nylon los equipos, instrumentos y luces que estaban sobre el escenario. La lluvia finalmente cesó, dejando a la concurrencia mojada, obligando a que Divididos comenzara su actuación una hora y cuarto después de lo planeado, cuando la luz del día se iba extinguiendo lentamente sobre las montañas.
El trío empezó con una potente versión de "El Arriero", para arrancar a continuación con la presentación de Amapola del 66, con una seguidilla de cuatro temas: "Hombre en U", "Buscando Un Angel", "Mantecoso" y "Muerto a Laburar". A los tres se los nota emocionados y dando el máximo de sí mismos, y a Mollo se lo ve particularmente feliz, tocando por momentos con una sonrisa de oreja a oreja. En "Muerto." desgrana un gran solo, con Diego Arnedo y Catriel Ciavarella desatando una tormenta hiperactiva en el bajo y la batería, que trae a la memoria a los Who.
El concierto alcanza su primer climax con extraordinarias versiones de 'Vientito del Tucumán" y "Par Mil" que dan comienzo a una parte del show fuertemente impregnada del espíritu de la tierra. La bagualera Micaela Chauque se une con su voz y sicus a Diego en la guitarra, para cantar su misterioso tema "Avanzando retroceden". Luego un verdadero seleccionado santiagueño, que incluye al patriarca Juan Saavedra y Sandra Farías en danza y bombos, y a los niños Aurelio Giménez y Nazareno Saavedra, de 12 y 10 años, para interpretar la chacarera "La Flor Azul", dedicada al padre de Arnedo, compositor del tema.
Los chicos le daban a los bombos con alma y vida, y este momento se prolongó con una impactante versión de "Que Ves", con el baile de Saavedra, un verdadero brujo, cautivando a la audiencia. "Guanuqueando" introdujo a Los Amigos de Vilca, comandados por José "Chato" González en aerófonos, y después llegaron las dos canciones del nuevo álbum que Mollo dedicó a la región, "Senderos" y "Jujuy". La culminación fue con "Mañana en el Abasto": el tema comenzó con Micaela recitando coplas con su caja como "de arriba viene lloviendo, de abajo viene tronando, nosotros con Divididos, la tradición festejando". Con la entrada de Fortunato Ramos y su erke, el tema unió las resonancias célticas de algunos temas de Luca con el aire hipnótico de la música del altiplano, en una comunión realmente feliz.
Pero a esta altura la lluvia se hizo nuevamente presente, poniendo un condimento heroico a la última parte del recital, realizada bajo una cortina de agua, y con auténtico peligro para todos los presentes, especialmente para los músicos, una situación que Mollo resumió con humor diciendo "espero que este no sea nuestro último show". Pero así y todo el guitarrista se negó a reducir la lista de temas prevista, descerrajando una sucesión de temas donde volvió a brillar la aplastante potencia de la aplanadora, con "Perro funk", "Rasputín", "El 38" y "Ala delta".
El final fue con "Amapola del 66", que cuando se transforma en chacarera permitió que se subieran todos los músicos que habían participado, con guitarras, charangos, violín, quenas y bombos, desfilando sobre el escenario en un final tan emotivo que las lágrimas se mezclaban con la lluvia en los rostros de los protagonistas del concierto y del otro gran protagonista, el público.
A los que no estuvieron, seguramente les gustará saber que todo lo que ocurrió -incluído el "ensayo general" del día anterior-, fue grabado y filmado para la edición de un DVD.
Por Claudio Kleiman - Fotos de Ferrnando Gutierrez (Enviados especiales a Tilcara, Jujuy) para la rollig stone