Hay jóvenes que ya cambian los boliches por fiestas privadas


La nueva ruta de la noche bonaerense. Ocurre a casi 6 meses de la sanción de la Ley de Nocturnidad, que obliga a los boliches a cerrar más temprano y a restringir la venta de alcohol. Se autoconvocan por redes sociales y evitan los controles.
Hay una pileta de agua limpia, una carpa blanca y enorme, diez bafles distribuidos por el parque, tres barras tirando cerveza, luces de colores y mucha, pero mucha, buena onda. A seis meses de que rija en Buenos Aires la Ley de Nocturnidad, ahora muchos jóvenes deciden autogestionar su propia diversión: organizan fiestas en quintas y casonas de la Provincia. ¿Qué las diferencia de los boliches tradicionales? En estos eventos no hay patovicas decidiendo quién entra y quién se queda afuera, ni restricciones para vestirse, corre alcohol libre, no existen los espacios VIP y hay muchos árboles para perderse en la noche. No es fácil enterarse de dónde se arman estas fiestas: los anuncios se hacen por redes sociales o pasan de boca en boca.

Con la intención de "ordenar la noche bonaerense", el Gobierno provincial impulsó el 7 de noviembre pasado la norma que fija el límite de ingreso a los boliches a las 2 y obliga a cerrar a las 5.30. La venta de bebidas energizantes está prohibida y las barras de los locales bailables deben cerrar a las 4.30. Así las cosas, los chicos elaboraron nuevas estrategias para "pasarla bien". No quieren atarse a la regla de la restricción horaria. Tampoco a la que regula la venta de alcohol. Y así nacieron -o se aggiornaron- las fiestas privadas, que mueven a más de 4 mil chicos cada fin de semana en el Conurbano. Los inspectores encargados de fiscalizar estos eventos se enteran por Facebook, blogs o fotologs, porque son muy difíciles de detectar.

"Es que los jóvenes no tenemos elección a la hora de divertirnos. Todas las discos ofrecen los mismos servicios. Cansados del tumulto, el maltrato, la inseguridad y la discriminación, surgió la idea de hacer una fiesta, otra opción para pasarla bien entre amigos y conocidos", responde Matías Ferraro. Junto a Natan Paladino y Federico Orozco organiza "Nostra Festa", que convocó en su última edición a 1.200 personas, en Ituzaingó, al oeste de Buenos Aires. Aseguran que "hay que tener tres virtudes fundamentales para organizar una fiesta de este tipo: carisma, personalidad y responsabilidad".

Eso y un presupuesto de cinco cifras, como el de los organizadores de Enlaquinta. "La última la hicimos en Monte Grande con $12.500 para 500 personas. La mayor parte de la plata se fue en el alquiler de la carpa y en los micros", apunta Antonio Roggero, uno de los organizadores. ¿Micros? Sí. A la fiesta se llega en los colectivos que pone la organización y que salen de diferentes puntos de la Ciudad y de Buenos Aires. El viaje en los micros está incluido en la entrada que cuesta para los varones $50 y para las chicas, $30. El beneficio del transporte responde a dos motivos: las quintas están lejos y para que los jóvenes no vayan sin su entrada. El ticket se pone a la venta un mes y medio antes de la fiesta y sólo es posible conseguirlo si se solicita por mail y uno va a buscarlo a un lugar concertado con los organizadores con anticipación. En los anuncios no se publica la dirección del lugar. "Es por los 'aguafiestas', los inspectores de la municipalidad que te clausuran seguro", confió a Clarín el organizador de otra de las fiestas más convocantes del conurbano que pidió no ser identificado.

Entre otras, la existencia de la entrada es la delgada línea que define la legalidad -o no- de la fiesta. "Un evento deja de ser privado cuando se constata el cobro de un ticket de ingreso; además, estos sitios carecen de la autorización municipal y de Bomberos, y de la licencia que otorga el Registro Provincial para la Comercialización de Bebidas Alcoholicas. Si se da algo de esto, impedimos que se realice el evento", explica Edgardo Quiroga, director provincial de Comercialización de Bebidas Alcohólicas de la Provincia. Esa entidad, que depende del Ministerio de Desarrollo Social, tiene secuestradas 30 mil botellas de alcohol a la espera de que la Justicia ordene destruirlas o donarlas. "Por lo menos, la mitad fue incautada en fiestas en quintas", dice Quiroga. Su plantel de inspectores, unos 60 en total, chequean en Internet si en los próximos días se va a hacer alguna fiesta. Así fue que se enteraron de la de Hudson, "donde había 5.000 chicos", y la del anexo del Club Atlético de Quilmes, de donde sacaron 5.000 botellas de alcohol. Por fin de semana clausuran, en promedio. cuatro fiestas.
Por: Victoria De Masi para clarin