Megadeth en Buenos Aires: sinfonía de un sentimento




indiscutido dentro del top ten del metal y un ícono de la cultura rock. Fue un trabajo revolucionario para Megadeth y para el género. Composiciones ultra complejas con decenas de cortes, riffs, solos, licks y duelos de solos, conformaban una arquitectura de agresión irresistible. Era un thrash endemoniado, en algún punto casi progresivo, con el que debutaba la mejor formación de Megadeth: Dave Mustaine (guitarra, voz), Marty Friedman (guitarra), David Ellefson (bajo) y Nick Menza (batería). Mustaine y los suyos llegaron al Luna Park con la excusa de presentar Endgame (2009), pero con la firme promesa de festejar los 20 años de Rust in peace.

El regreso: El 2010 marcó el regreso de Dave Ellefson a Megadeth. El bajista había sido el más fiel lugarteniente de Mustaine desde el primer disco de la banda, Killing Is My Business... And Business Is Good!" (1985), hasta The World Needs a Hero (2001). En el medio pasaron casi ocho años donde hubo juicios, acusaciones cruzadas, muchas suspicacias y finalmente la reconciliación. Su presencia sobre el escenario de Bouchard 465 se hizo notoria desde el primer minuto del show y el público le expresó un particular cariño. Junto a Chris Broderick (guitarra) y Shawn Drover (batería), completan una de las mejores encarnaciones de Megadeth.

Mejor tarde que nunca, pero.: El show de la "Sinfónica del Colorado" estaba anunciado para las 20.30. Pero un descalabro en los horarios hizo que comenzara recién pasadas las 22. Minutos antes, O' Connor confirmó -una vez más- el gran momento de la banda y el sólido repertorio que armó en más de diez años. La ansiedad se diluyó cuando se apagaron las luces, los Megadeth fueron apareciendo uno a uno y Mustaine se ganó la ovación más grande. Empezaron con "Dialectic Chaos" (una intro instrumental a puro duelo de solos) y "This Day We Fight!" (el mismo comienzo de Endgame). Mientras el Luna Sold Out explotaba y se coreaba cada solo, ya era evidente la presencia del gran fantasma de toda la noche: el sonido era una bola fuera de control.

Sonamos: El doble bombo que tronaba y lo tapaba todo, el bajo casi sepultado, la voz de Mustaine que iba y venía, los solos que le ganaban a los riffs. Resulta difícil entender qué pasó, pero el sonido de Megadeth en el Luna Park fue una tristeza. Por momentos era una bola de ruido que sepultaba las composiciones. La música de Megadeth exige un nivel alto de fidelidad para poder disfrutar de los miles de punteos, cortes y riffs que se suceden a velocidad asesina y volumen brutal. El sonido de ayer jugó en contra de la banda, el show y el público. Incluso los Megadeth se fueron del escenario por unos minutos a poco de comenzar el show "para solucionar un problema" (como explicó Mustaine). Todos inferimos que se trataba del sonido, pero el asunto nunca terminó de acomodarse.

El sueño del pibe: "Holy Wars. The Punishment Due", "Hangar 18", "Take No Prisoners", "Five Magics", "Poison Was the Cure", "Lucretia", "Tornado of Souls", "Dawn Patrol", y "Rust in Peace. Polaris": satisfacción garantizada. ¡Mustaine y los suyos tocaron todo Rust in Peace! El sueño del pibe. La gira original de Rust. nunca había pasado por la Argentina. El show fue algo así como una reparación histórica. Pero el sonido desvirtuó todo. Justamente la complejidad de esas composiciones fueron las que más padecieron de una acústica fallida.

Una vez más , el "Jijiji" de Megadeth: Después de la cabalgata Rust in Peace, volverían temas de Endgame como la insulsa "The Right to Go Insane" y la potente "Headcrusher". También se colarían viejos conocidos como "A Tout Le Monde" y el mega clásico "Symphony of Destruction": el "Jijiji" de Mustaine y compañía que inmortalizó el grito de guerra "¡Megadeth, Megadeth, aguante Megadeth!" (ya adoptado hasta en Australia). Los bises no exigieron gran protocolo: "Trust" y "Peace Sells" cerraron la noche con la certeza de que había sido una noche especial, desdibujada por el sonido.

Curiosidad (bonus): El show comenzó con una grabación de "Black Sabbath" (por Black Sabbath, claro) y terminó con la versión de Sid Vicious de "My Way". Dos tributos / referencias que definen buena parte del imaginario de Mr. Mustaine.

Por Sebastián Feijoo para la rolling stone